Orlando Huacho, periodista y folclorista de
vocación, explica la razón por la que este 22 de agosto en el mundo
entero se celebra esto, que no es otra cosa que la voz de los pueblos:
“En 1846, William John Thoms publi có en la revista ‘Athenaeum’ de
Londres, un texto sobre el uso de la palabra ‘folklore’ para denominar a
las tradiciones culturales populares en vías de extinción debido a la
industrialización europea. ‘Folk’ implica tanto a la gente como la
nación y describe la cultura orgánica, expresada en canciones,
costumbres, rituales e historias de la gente”. Pero no sería hasta 1960
que la Unesco recién hizo alarde de sus funciones como organismo mundial
de la educación y la cultura y declaró el 22 de agosto como Día Mundial
del Folclor, que es en cierta medida un homenaje a la empatía y
capacidad visionaria del mentado Thoms.
LA FIESTA EN CASA
En realidad, en el Perú la fiesta se inició el lunes que se fue en el Brisas del Titicaca, mítica peña quechua-aimara que desde hace cinco décadas batalla por sentimientos que enaltecen el espíritu: identidad, orgullo, nobleza. Se repartieron premios, se dieron discursos y, lo mejor, se bailó, se comió y se bebió. En el reducto del jirón Wakulski, hoy Héroes de Tarapacá 168, Cercado de Lima, se trenzaron las manos y dibujaron sonrisas al ritmo de chonguinadas, marinera y pampeña arequipeñas, tobas, caporales, marinera puneña, marinera norteña, huaylarsh, danzas afroperuanas y bailes que se suponen amazónicos. Todo fruto de la escuela y el elenco de baile que mantiene el Brisas.
En realidad, en el Perú la fiesta se inició el lunes que se fue en el Brisas del Titicaca, mítica peña quechua-aimara que desde hace cinco décadas batalla por sentimientos que enaltecen el espíritu: identidad, orgullo, nobleza. Se repartieron premios, se dieron discursos y, lo mejor, se bailó, se comió y se bebió. En el reducto del jirón Wakulski, hoy Héroes de Tarapacá 168, Cercado de Lima, se trenzaron las manos y dibujaron sonrisas al ritmo de chonguinadas, marinera y pampeña arequipeñas, tobas, caporales, marinera puneña, marinera norteña, huaylarsh, danzas afroperuanas y bailes que se suponen amazónicos. Todo fruto de la escuela y el elenco de baile que mantiene el Brisas.
Y continúa este fin de semana con el concurso de marinera norteña que
organiza la academia de Adela Ahón en el coliseo Miguel Grau del Callao
(entrada: diez soles desde las 11 de la mañana). Día sábado y domingo,
en todas las categorías habidas y por haber, amén de concurso grupal de
un baile que debería ser de pareja. Y con el acompañamientos de dos
bandas de música que ejecutarán canciones, que en el origen se cantaban
con guitarra y con cajón. Con primera y arranca con la segunda.
Y ya en el extremo del oriente, en La Choza de la Anaconda de Los Olivos,
se celebra la Semana Tarapotina por feliz coincidencia. Hasta el sábado
22 de agosto se sirven potajes y tradiciones como en casa. La cita es
en el cruce de la cuadra 14 de la avenida Izaguirre con la avenida
Universitaria. Selva, montaña y pandilla. Celebra, Perú.
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